Contenido original publicado en: Reporte Digital
Con el 40% de la población mundial conectada a Internet, aún no podemos hablar de los beneficios que este genera para las naciones.
“Las tecnologías digitales se han extendido rápidamente en gran parte del mundo. Los dividendos digitales —los beneficios más amplios en términos de desarrollo derivados de la utilización de estas tecnologías— no han avanzado en la misma medida. En muchos casos, las tecnologías digitales han impulsado el crecimiento, ampliando las oportunidades y mejorando la prestación de servicios. Sin embargo, su impacto agregado ha estado por debajo de las expectativas y sus beneficios se distribuyen de manera desigual”, afirma el Banco Mundial en su ‘Informe sobre el Desarrollo Mundial 2016: Dividendos Digitales‘.
El estandarte del avance tecnológico es su aporte al desarrollo de las naciones y la generación de mayores oportunidades para todos los que tengan acceso a ellos; sin embargo, las cifras hacen pensar que el panorama ideal no es el que se presenta.
“Nos encontramos en medio de la mayor revolución de la información y las comunicaciones de la historia de la humanidad. Más del 40% de la población mundial tiene acceso a Internet y todos los días se suman nuevos usuarios. Asimismo, en casi 7 de cada 10 hogares ubicados en el 20% más pobre hay un teléfono celular. Es más probable que los hogares más pobres tengan acceso a la telefonía celular que a un inodoro o al agua potable”, afirma Jim Yong Kim, Presidente del Banco Mundial.
Pero también existe un 60% de la población mundial que hoy no tiene acceso a Internet y que ve cómo el mundo se transforma a partir de un ecosistema donde no pareciera haber lugar para aquellos trabajadores con baja capacitación y alta capacidad de trabajo físico, que a su vez, resultan ser gran parte de ese 60% de la población.
Lo que para el mundo de las organizaciones y los gobiernos parece ser la respuesta anhelada para conseguir el avance de sus comunidades, son las personas de aquellos países que entran con años de atraso a la era digital las que sufren las consecuencias de intentar competir en un mercado donde las habilidades tecnológicas son base ya no solo del trabajo sino de los mismos procesos de formación.
“Para que las tecnologías digitales beneficien a todos y en todo lugar es preciso eliminar la brecha digital que aún existe, especialmente en lo que respecta al acceso a Internet. Pero no bastará con adoptar las tecnologías digitales en mayor escala. Para sacar el máximo provecho de la revolución digital, los países también deben ocuparse de los ‘complementos analógicos‘: reforzar las regulaciones que garantizan la competencia entre empresas, adaptar las habilidades de los trabajadores a las exigencias de la nueva economía y asegurar que las instituciones sean responsables“.
Entender la brecha digital
La brecha digital se entiende como la distancia entre quienes tienen acceso y quienes no a la tecnología. Pero los procesos de apropiación nos han hecho entender que ‘acceder‘ va mucho más allá de tener un computador, que a la vez cuente con un enlace permanente y estable a Internet, donde el usuario tenga el nivel de alfabetización digital necesario para operarlo.
Cerrar la brecha implica no solo dotar de infraestructura, sino generar capacidades que permitan a todas las personas sacar el máximo provecho de las tecnologías para así transformar su realidad y alcanzar aquello que deseen.
Aunque suene idílico, resulta que esto es tan solo la descripción de lo cualquiera que pertenezca al 40% de la población puede hacer, justamente, nosotros.
“El acceso a Internet es fundamental, pero no suficiente. La economía digital también requiere bases analógicas sólidas, esto es, regulaciones que crean un clima de negocios dinámico y permiten a las empresas sacar provecho de las tecnologías digitales para competir e innovar; habilidades que permiten a los trabajadores, los empresarios y los funcionarios públicos aprovechar las oportunidades que ofrece el mundo digital, e instituciones responsables que utilizan Internet para empoderar a los ciudadanos”.
Como lo señala el Banco Mundial, estos tres complementos analógicos no deberían ser ninguna novedad, ya que constituyen las bases del desarrollo económico y social que se identificaron y consolidaron a lo largo del siglo pasado. Desafortunadamente, para el 60% del mundo la decisión sobre su desarrollo no les pertenece y, como resultado de los procesos históricos a los que ahora se suma la tecnología como nuevo detonante, hoy se siguen sumiendo en la profunda brecha que ya no solo los aleja del mundo sino que también los aparta de la oportunidad de construirse otro, en digital, donde sus potencialidades sean fuente de ingresos y de construcción de una renovada identidad nacional.
Imagen @Mr.TinDC, distribuida con licencia Creative Commons BY-SA 2.0